Capilla Sixtina Valenciana
Que el edificio gótico civil y renacentista de la Lonja se denominase la Lonja de los sederos habla de la importancia que tuvo la seda en Valencia. El hilo de los capullos de las crisálidas tejió la fisonomía y economía de la ciudad del Túria, además de sus relaciones sociales y manifestaciones culturales. Los árabes enseñaron a los valencianos a explotar sus moreras y a manufacturar la seda y los genoveses instalados en Valencia impulsaron el desarrollo de una potente industria en torno a ella, un motor económico que funcionó entre los siglos XV y XIX. El interior de la Lonja es un espacio diáfano al que se accedía por cuatro grandes puertas, la principal da a la plaza del Mercado. La luz entra a través de unos grandes ventanales y 24 larguísimas columnas helicoidales, rematadas como si fueran hojas de palmeras, y que simbolizan la unión de la tierra y el cielo, sostienen el edificio. De la fachada llaman la atención las gárgolas. Figuras antropomorfas, grotescas y fantásticas que tienen la función mundana de expulsar el agua y que también se usaban como visualización del pecado en la ciudad, por eso en el interior de la Lonja se puede ver a una mujer tocándose su sexo. En lo que hoy es el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) había una gran mancebía.